Época: Kursk campaña
Inicio: Año 1943
Fin: Año 1944

Siguientes:
La caída del conducator Antonescu
Caos en los Balcanes
La batalla de Hungría
La liberación de Bulgaria
El Norte y el Centro a finales de 1944
La liberación de Grecia

(C) Miguel Angel Castillo



Comentario

Hubieran quedado asombrados en Moscú de haber conocido con precisión las medidas que Hitler había adoptado para contrarrestarles y el optimismo que había en Alemania de que en agosto se comenzarían a solucionar los problemas. Parte de esa nueva confianza la generaba Guderian, llamado por Hitler a la jefatura del Estado Mayor en sustitución de Zeitzler, y la suscitaban las numerosas tropas organizadas en poco más de un mes por Himmler: 800.000 hombres, de los cuales 550.000 estaban encuadrados en unidades prestas a partir para el frente y 250.000 eran reclutas internados en los campos de entrenamiento.
No menores esperanzas generaban las nuevas armas y los programas de producción de Speer, que el 3 de agosto, -dos días después de que Bagramian cercase al Grupo de Ejércitos Norte y 24 horas más tarde de que tomase Kaunas, la capital de Lituania- anunciaba en Poznan, en una reunión de Gobernadores que: "La producción del magnífico subfusil ametrallador "MPi 44" se multiplicaría por cinco, hasta 100.000 al mes; la de tanques pasaría de 1.680 a 3.200 mensuales; la de cohetes "V-1", de 3.000 a 9.000; la de cazas de 2.927 mensuales a 4.800..." (13)

Todo ello, más los refuerzos que acudieron al sector más amenazado del frente del este, la región de Varsovia, hizo que a comienzos de agosto reaccionasen las armas alemanas. Para aclarar mejor la situación hay que recordar que los ejércitos soviéticos estaban cansados, dispersos, muy lejos de sus bases originales; que sus aviones ya no tenían cerca los aeródromos, que la falta de técnicos y piezas de recambio paralizaban a centenares de aparatos en el suelo; que en esa tremenda galopada, de casi 50 días, también habían sufrido cuantiosas bajas y gran desgaste en el material.

Por el contrario, los alemanes -aunque igualmente agotados- renovaron su moral de lucha al ver que combatían casi en las fronteras de su patria y las unidades que resultaron decisivas en la contraofensiva eran divisiones blindadas selectas, frescas y, probablemente, al completo de sus efectivos (14).

La contraofensiva alemana no era muy ambiciosa, carecía de medios para serlo. Se limitaba a eliminar las cabezas de puente establecidas por los soviéticos sobre el Vístula y el San. Y lo consiguieron parcialmente en Sandomierz, Pulawy y Magnuszew, mientras que al norte de Varsovia, aprovechando la mala colocación del III Cuerpo Blindado, avanzadilla de Rokossovsky, cayeron sobre él ocasionándole diez mil bajas y la pérdida de medio millar de blindados. En fechas posteriores, el mariscal soviético declaraba al corresponsal de The Sunday Times en Moscú:

"-Después de varias semanas de duros combates en Bielorrusia y Polonia oriental llegamos el 1 de agosto a Praga (suburbio de Varsovia). Los alemanes contraatacaron entonces con cuatro divisiones blindadas y consiguieron rechazarnos.

-¿Cuánto les rechazaron?

-No puedo decirlo con gran precisión... unos cien kilómetros. Ya hemos reanudado el avance de nuevo, pero lentamente".

En Berlín no tuvieron tiempo para alegrarse. Una nueva complicación surgía en ese frente: la sublevación de la Armija Krajowa, el ejército secreto polaco, mandado por Bor-Komorovsky, que luchó durante dos meses entreteniendo en las calles de Varsovia a efectivos equivalentes a 3 divisiones y que obligó a la Luftwaffe a realizar centenares de misiones sobre la ciudad, cuando tanto las hubiesen precisado en otros lugares del frente.

Y mientras Varsovia ardía por los cuatro costados sin que Stalin quisiera o pudiera ayudarla -ni permitiera que lo hicieran los anglo-norteamericanos ni los guerrilleros-, los alemanes se apuntaban otro pequeño éxito en Letonia: la bolsa soviética que cercaba al Grupo de Ejércitos Norte se rompió en Tukum ante el ataque combinado desde el este y el oeste, con el apoyo de los cañones del Prinz Eugen y varios destructores. Un amplio pasillo permitió a la población civil hacia Libau...

La situación tampoco sería muy duradera, pero ni tiempo hubo en la zona para una modesta alegría, porque al pequeño éxito se superponía un revés notable: Finlandia rompía el acuerdo de junio y negociaba un armisticio con los soviéticos. Efectivamente, Risto Ryti abandonó la presidencia como firmante del acuerdo con Berlín, dejando a Mannerheim las manos libres para reanudar las conversaciones con Moscú. El 19 de septiembre se llegó a un acuerdo de paz entre ambos países, debiendo Finlandia regresar a sus fronteras de 1940, comprometiéndose a pagar 300 millones de dólares y a internar a los alemanes que en ese momento combatían en sus filas... Como estos se resistiesen e, incluso, tratasen de conseguir ventajas territoriales, los antiguos aliados se convirtieron en enemigos y midieron sus armas. ¡Paradojas de la guerra! Pero llovía sobre mojado. Ya para entonces se le habían ido a Hitler aliados mucho más importantes y queridos, como los rumanos.